Imprescindibles: Pingyao y Datong, primera parte (平遥、大同……特棒啊!)

Pues nada, una semana más me dispongo a contaros otro de los viajes que tuve oportunidad de hacer gracias a la visita de mi querida madre.


Después de recorrernos toda China y de descansar un par de días en Beijing a nuestro regreso, mi madre y yo comenzamos una nueva aventura, on the road again, pero esta vez a mi estilo: estilo pobretón. A propósito, el hotel en el que nos alojamos durante este pequeño descanso puede que sea, de lejos, el hotel más ridículamente absurdo en el que hayamos puesto un pie en nuestras vidas. Era el CBD Qianyuan, situado en dongzhimennei jie 东直门内街, un cuatro estrellas... que resultó ser un aparta-hotel con desayuno estilo chino (o sea, potajito de arroz a las 8 de la mañana y café de sobre), con productos en venta dentro del baño y, posiblemente, el Business Center menos convincente de la historia de la humanidad.
Quíén necesita ir al súper cuando puede hacer la compra en el baño...

Tu agua, tu mesa con ordenador, tu azafata recortada en cartón... Se respira el aroma a altas finanzas a la legua

Volviendo al tema que hoy nos ocupa, hay dos sitios, que no distan demasiado de la capital, que ningún turista debería pasar por alto en su visita a China: Datong 大同 y Pingyao 平遥. El caso es que la mayoría de los paquetes ofertados en las agencias de viajes no incluyen estas dos «pequeñas» poblaciones en sus recorridos; Shanghai, Xi'an, Hangzhou... son nombres mucho más conocidos y rimbombantes, que atraen a la clientela casi de inmediato y sin tener que mediar explicación alguna. Pero yo no podía dejar pasar la oportunidad, así que organicé una pequeña escapada low cost para enseñarle a mi madre «la verdadera China», la China del desayuno no incluido y las colas para entrar en los templos. Y vaya si se la enseñé...

PRIMERA PARTE: DATONG, LAS GRUTAS DE YUNGANG Y EL MONASTERIO COLGANTE

Y con ese encabezamiento tan misterioso, ya os he hecho el spoiler. Datong es una población que se encuentra al norte de la provincia de Shanxi 山西(no confundir con Shaanxi 陕西, cuidadín), a unos 350 km de distancia de Beijing. El pueblo, con una población de casi 3 millones y medio de habitantes, no tiene absolutamente ningún interés. Es más, es un pueblo tan, tan aburrido, que casi, casi eso lo hace interesante... pero no. Pero lo que sí hay cerca de Datong, son las Grutas de Yungang y el monasterio colgante.

¿Suelo? ¡Ni falta que nos hace!

Pero vayamos paso a paso. 

Imaginándome que Datong no iba a tener mucho más que ofrecernos aparte de las cuevas, planifiqué nuestro viaje de modo que un tren matutino nos dejase en nuestro destino sobre las 16:00 h aproximadamente, con objeto de acomodarnos en el hotel, asearnos e ir a dar un paseo por los alrededores y visitar lo visitable sin tener que alejarnos demasiado. Así que desayunadas e ilusionadas, maleta en ristre nos plantamos en la Estación de Tren Oeste de Beijing, conocida por los lugareños como Beijing Xizhan 北京西站. Lo primero que debo decir es que vaya pinta que tenía la estación... Y lo segundo, que vaya pinta tenían los que estaban en la estación... Para que os hagáis una idea, digamos que «carterista» fue la palabra más reconfortante que se nos vino a la mente. Pero bueno, ya sabemos todos que lo que para un extranjero puede parecer incómodo, sucio o aberrante (o todo eso junto, en este caso), para un chino es de lo más normal; a veces, nuestro instinto de conservación laowai nos juega malas pasadas y nos hace sentir incómodos aun cuando no hay motivo.
"Con aire acondicionado y asiento duro", ¡extra de lujo!
Total, que hicimos cola un buen rato, ya que nuestro tren llegó con un poco de retraso (venía de no-sé-qué otro sitio) hasta que por fin pudimos pasar al andén y anadear por el mismo hasta dar con nuestro vagón. Al entrar en el vagón, nuestras dudas acerca de la procedencia del tren se disiparon automáticamente: venía del Inframundo, sin más. Nos dimos de bruces con toda la gañanada de rústicos del Norte: con sus sacos de tela y sus fundas de almohada cargadas de cosas, sus bolsas de plástico a rebosar de «tallarines convenientes» (fangbian mian 方便面, que es como se llaman los tallarines esos que solo precisan un poco de agua caliente y listo), sus botellas llenas de --dios lo quiera-- agua y sus uñas llenas de tierra.


Se vislumbra un viaje de placer
Aparte de tan magnífica impronta, en el interior del vagón reinaba la más absoluta y magnificente de las entropías: equipajes por aquí, gente sentada por allá... había unos lavabos justo a la entrada, que estaban siendo ocupados absolutamente para todo (cocinar, sentarse, fumar, etc.). Total, un espectáculo. Desalojamos a unos señores que habían ocupado nuestros asientos, y tomamos posesión. El tren se dividía en grupos de cuatro asientos, enfrentados dos a dos y con una mesa en el centro. Nuestras compañeras de viaje resultaron ser dos chicas americanas, ¡menuda suerte! Pasamos unas 6 horas de viaje la mar de divertidas, con posturas imposibles para dormir, el típico culo de alguien puesto en toda la cara y todo lo demás. Pero el punto álgido fue el momento «recogida de basura». Ya observábamos nosotras que, desde el principio, los chinos no se hacían mucho cargo de sus desperdicios: o los dejaban en la mesa, o los tiraban directamente al suelo, con lo cual el tren estaba cada vez más sucio. Y entonces, llegó el pregonero dando voces, paso, que voy ardiendo, uno de los encargados del tren, armado con la escoba del tren de la bruja y arrasando con toda la mugre del suelo, sin pararse ni para esperar a que subieras los pies a algún sitio. No había visto cosa igual en mi vida.




La palabra del día es "detritus"

Apréciese el dinamismo de la escena... 
Pues eso, transcurridas 6 maravillosas horas de viaje en el tren de lujo de la señorita Pepis, llegamos a Datong. Nuestras nuevas amigas americanas, que iban totalmente a la aventura, terminaron alojándose en el mismo hotel que nosotras; hotel que, por supuesto, resultó estar en obras, pero como remedio paliativo para esta situación, contaba con unas vistas inmejorables, que podréis apreciar en la foto que publico a continuación:

La ventana... does it have a view?
¡Sí, amigos! ¡La ventana de la habitación era un puto cuadro luminoso de una cascada! Lo típico.

Después de instalarnos en nuestras suites, comenzamos las negociaciones agresivas para granjearnos un pasaje a las Grutas de Yungang a la mañana siguiente. Al final, optamos por recurrir a los servicios de turismo local organizados por el CITS, cuya oficina se encontraba convenientemente ubicada a la salida de la estación de trenes de Datong, y compramos nuestro billete de autobús privado que nos llevaría tanto a las grutas como al monasterio colgante, con visita al comedero con el que el CITS estaba conchabado, por 70 yuanes por cabeza. ACHTUNG: entrada a las grutas y almuerzo aparte. Pero, sinceramente, mereció la pena con tal de ahorrarnos la fase "regateo con los taxistas", y el precio terminó reduciéndose más o menos a lo mismo. Por supuesto, huelga decir que a los del CITS también podéis regatearles. De hecho, os mirarán mal si aceptáis darles 100 yuanes de primeras.

Una vez hicimos las gestiones pertinentes para asegurarnos nuestro pasaje a las grutas, decidimos disfrutar de la grandísima oferta cultural de Datong: La Nada. Si consultáis alguna guía turística, seguramente encontraréis varios templos (en las afueras) para visitar, la Pagoda de Madera o el Muro de los Nueve Dragones, sito en el centro de la ciudad. Pero no mucho más. Así que hicimos lo propio: nos dedicamos a comprar guarrerías para comer a los vendedores ambulantes y, gracias al clima tropical de la zona, terminamos en el nocturnísimo "mercado nocturno" (que cerraba a las 9 pm) gastándonos los cuartos en la ropa más fea jamás confeccionada solo para evitar morir por hipotermia.
Henos aquí: henos de Pravia

A la mañana siguiente, nuestro autocar nos llevó a las grutas, al norte de las montañas de Wuzhou. Estas cavernas (unas 52 hasta la fecha) se extienden a lo largo de 1 km, de Este a Oeste, y cuentan aproximadamente con 51 000 estatuas talladas en las paredes, de dimensiones muy diversas. Originalmente todas ellas se encontraban pintadas y decoradas, pero el contacto con el oxígeno y los agentes ambientales han provocado su decoloración; no obstante, todavía pueden observarse las decoraciones en algunas de las grutas (por las que hay que pagar más, claro está). Además de las grutas, el complejo cuenta con unos jardines en los que templos y pagodas se hallan diseminados, y a ciertas horas del día se realiza un espectáculo que recrea la ceremonia imperial de saludo y ofrenda del Emperador al Buda de Yungang. Es una visita que merece mucho, mucho la pena, a pesar de lo impresionantemente aburrido que es Datong en sí.

La entrada a las grutas cuesta unos 130 yuanes por persona, aunque conviene asegurarse, dependiendo de las fechas en las que vayáis a realizar la visita, o con quién vayáis, porque puede haber descuentos.

Panorámica de las grutas
Detalle de algunas de las tallas
Los índices de guaicidad de este sitio son altísimos

Representación de la ceremonia imperial de ofrenda a Buda

En esta foto se aprecian mejor las dimensiones del Buda. Y las de la estatua de piedra, también.
El autobús también nos llevó al tan sonado Monasterio Colgante, al pie del monte Hengshan. Fue construido en el año... (redobles de tambor)...¡491!, en el periodo de las Dinastías del Norte y del Sur. ¡Tiene 1522 años, y sigue sin caerse! Claro que ha sido merecedor de la dedicación y cuidados de varias dinastías desde su construcción pero, aun así, esta cifra no deja de ser impresionante.
Es una visita no apta para gente aprensiva o con vértigo. Pero también merece muchísimo la pena. Sin más dilación, cedo paso a la tanda de fotografías para poner los dientes largos al personal, fotos que hablan por sí solas.

Cimientos firmes

Y no crujía...
Detalle de los tejados
Una de las sólidas pasarelas

Allá va Lily, como Pedro por su casa

Es una auténtica maravilla. La entrada cuesta 130 yuanes (puede que menos, dependiendo de la temporada) y es accesible todo el año de 9 de la mañana a 5 de la tarde.

Y hasta aquí la primera parte de nuestra escapada a Datong y Pingyao. En el próximo post, comenzaremos con nuestro viaje en tren nocturno a Pingyao y os contaré lo que allí vimos, hicimos, comimos y, en esencia, vivimos. ¡Hasta la semana que viene!

Comentarios

  1. ¡¡Que buenos recuerdos!! No me importaría repetir XDD

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    1. Fue divertidísimo, pero los momentos "tren" me marcaron para siempre, ja, ja, ja.

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